Tensión en el poder: Alberto Fernández aún no tiene intención de recordar su primer año de gobierno con el CFK
La ausencia de reuniones públicas o reuniones secretas refleja la distancia política que existe hoy entre Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Tu alianza de poder está herida y no hay señal por delante para afirmar que volverán las coincidencias programáticas entre el presidente y el vicepresidente. El CFK es muy crítico con el Jefe de Estado, y esta posición de poder genera mucha tensión en el Frente Todos.
Alberto Fernández niega la distancia con CFK y sostiene que se comunica con ella a través del teléfono móvil o los mensajes enviados por WhatsApp y Telegram. Sin embargo, el presidente ya está mostrando cierto aburrimiento político que podría tener una correlación institucional a un año de su toma de posesión en la Cámara de Diputados.
Hasta anoche, ningún acto político unió a Alberto Fernández y CFK para conmemorar la llegada a Casa Rosada. Tampoco hay mucho interés en Olivos y el Senado para culminar un acto de partido que refleje la victoria del Frente de Todos sobre Mauricio Macri y Juntos por el Cambio.
El 10 de diciembre Alberto Fernández planea rendir homenaje a los derechos humanos y a los cinco premios Nobel de Argentina: Carlos Saavedra Lamas, Bernardo Houssay, Federico Leloir, Adolfo Pérez Esquivel y César Milstein.
El rector señalará que todos han estudiado en la Universidad de Buenos Aires y Inaugurará la Casa de los Premios Nobel con Pérez Esquivel, quien ha recibido un prestigioso reconocimiento internacional por haber enfrentado a la dictadura militar y su plan sistemático de represión ilegal.
El acto con Pérez Esquivel tendrá lugar por la mañana y por la tarde, asistirá hasta el exESMA -Fue un campo de concentración gestionado por la Armada- para reconocer la defensa de los derechos humanos.
CFK no parece participar de estos dos homenajes institucionales, aunque ya conoce su organización y su existencia.
Alberto Fernández y el vicepresidente mantienen las formas políticas, pero las diferencias son claramente visibles en el escenario político. Hace unos días, cuando nadie lo esperaba, Cristina Fernández impugnó un anuncio del presidente relativo a la movilidad de los jubilados, que había anunciado en los medios.
Cristina no habló de los cambios durante un cónclave con Alberto Fernández. Un obispo de la vicepresidencia informó a la Casa Rosada, y pocos minutos después se dio a conocer este reclamo sin inocencia para agotar la imagen presidencial. El Jefe de Estado entendió el movimiento del kirchnerismo y con el ministro Martín Guzmán exorcizó una disputa interna que podría dejarlo en un falso cuadrado.
En Casa Rosada, el espacio político CFK ya tiene nombre propio: «República Separatista del Senado».
Ya no es un secreto de Estado que Alberto Fernández y el CFK están jugando al ajedrez político en el Parlamento. El vicepresidente impone su voluntad política en la cámara alta, y el presidente cambia silenciosamente sus piezas como diputados para bloquear, congelar o modificar iniciativas que tienen la impronta del puro kirchnerismo.
En este contexto, El nombramiento de Daniel Rafecas como fiscal general seguirá esperando en el frío helado del Comité de Acuerdo del Senado, mientras que la reforma de la procuraduría general esperará en el Congreso hasta que exista un consenso político entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Una circunstancia poco probable en este momento.
El 10 de diciembre podría ocurrir un hecho sin precedentes en la historia política de Argentina. El presidente celebrando un año de su triunfo electoral sin el vicepresidente que ideó el plan que los llevó a Balcarce 50. Si esto sucede, Alberto Fernández y CFK ya no tendrán que ocultar su relación de poder.
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