La apicultura guatemalteca sobrevive a pesar de la crisis y las amenazas climáticas
RÍO DE JANEIRO, BRASIL – Los apicultores de Guatemala buscan mantener un negocio ecológico en este país centroamericano a pesar de las amenazas existentes, como la crisis climática o el reciente envenenamiento de un millón de abejas en una finca de la región central del país.
À ces facteurs s’ajoute la pandémie de covid-19, qui, en plus des plus de 10 000 décès au Guatemala et des 340 857 cas positifs accumulés en 16 mois, a provoqué une réduction de la production d’abeilles d’environ 27 % el año pasado.
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Edwin Muñoz es uno de los 3.335 apicultores registrados legalmente ante las autoridades guatemaltecas, propietario del colmenar La Joya, ubicado a unos cincuenta kilómetros al sureste de la capital, donde cría 150.000 abejas, en particular la especie «apis mellifera», la más la región.
Miembro de la Asociación de Apicultores por la Integración y la Sostenibilidad (Apis), Muñoz asegura a Efe que la abeja es considerada «un sensor del grado de contaminación que tenemos en el planeta» y, como sabemos, «juega un papel fundamental en la polinización». ya que del 75 al 80% de las hortalizas se deben a la transferencia de polen de abeja ”.
UN ATAQUE ANÓNIMO
A pesar de la importancia de las abejas en el ecosistema, el colmenar Bee Cabañas, ubicado en Antigua Guatemala, en el departamento de Sacatepéquez (centro), a unos 35 kilómetros al oeste de la capital del país, fue atacado el 24 de junio.
La denuncia se hizo pública rápidamente por el envenenamiento de alrededor de un millón de estas abejas, atacadas por una «persona con el rostro cubierto» que ingresó al colmenar de noche para depositar un químico «que podría haber envenenado sus colmenas», según el apicultor. Nel Juárez, quien dijo a medios locales luego de ver la cinta de seguridad del lugar.
Además de producir miel y otros artículos, los insectos fueron la atracción principal de una gira de concientización sobre el “mundo de las abejas”, dijo Juárez.
Para Muñoz, la acción criminal en Bee Cabañas “es un atentado invaluable. Es un golpe que golpea primero al medio ambiente y, en segundo lugar, a los productores porque los desalienta ”.
Hay 5.012 colmenares y 3.335 apicultores inscritos en el Registro Guatemalteco de Apicultores (Regapi) del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA). Más del 65% de ellos se encuentran en el suroeste del país.
La frontera agrícola y animal, la resultante crisis climática, la contaminación del agua y el desconocimiento de algunos ponen en peligro la subsistencia de estos insectos imprescindibles para la supervivencia de la especie.
EL BOOM DE MIEL
Según la cadena apícola nacional, Guatemala es considerada un productor marginal de miel, con un promedio de 2.000 toneladas anuales, muy por debajo, por ejemplo, de las 305.000 toneladas que produce China.
El mayor comprador de miel guatemalteca es Alemania, que importó el 63% de la producción del país centroamericano en 2020, seguida de Costa Rica y España, con un 7% cada una.
Aunque Guatemala apenas consume un promedio de una cucharadita de miel por persona al año, y en regiones como Europa llega a un kilo per cápita cada temporada, el país centroamericano está viviendo un «boom» apícola en los últimos años, según el coordinadora de la Agrocadena Nacional de Apicultura, Marta Velásquez.
«Todo el mundo considera la miel como un producto de exportación y pago en euros ya que el 75% de la miel que exportamos se consume en la Unión Europea», especifica el especialista.
Velásquez sostiene que la gente tiende a pensar solo en miel, cera y propóleos en Guatemala. Sin embargo, en cambio, se dice poco sobre la polinización, «que es vital para la recuperación del paisaje, ya que las abejas mantienen la flora nativa de este país».
Guatemala también tiene una abeja endémica llamada «melipona beecheii», cuyos panales, a diferencia de los panales tradicionales, como los de Muñoz, tienen forma de cono, pueden estar dentro de los árboles y su miel es más difícil de obtener.
Los apicultores especialistas en «melipona beecheii» no se han incorporado a Agrocadena porque el trabajo es más arduo y menos rentable, explica Velásquez, pero la abeja es más atractiva para el turismo y el carácter benéfico del país centroamericano.
Su prevalencia, sin embargo, como otras «apis», depende de la conciencia de la humanidad que «ha destruido bosques, que no contempla panales, y que tiene una indolencia que conduce a tragedias como la del Apiario de Sacatepéquez», concluyó Velásquez.
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