La número 5 de Costa Rica podría llamarse Angelina, Emma, Ronaldo o Keylor
El nacimiento del costarricense número 5.000.000 está previsto para el 1 de septiembre. Y deshacerse de las costumbres y tradiciones de años lejanos cuando los padres costarricenses daban a sus recién nacidos hasta cinco nombres, como José Macario de Jesús o Fermina Luisa de la Trinidad, lo más probable es que hoy se llame Angelina, Emma, Ronaldo o Keylor. .
Esta conclusión se basa en un análisis de la evolución de los nombres a lo largo de la historia del país desde una perspectiva histórica y cultural y con la información proporcionada por el registro civil, entidad adscrita al Tribunal Supremo de Electciones (TSE) – tribunal electoral.
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En su informe, La Nación explica cómo los padres pasaron de cinco nombres a uno solo: la costumbre más común en Costa Rica.
Nuestro nombre nos distingue de los demás y nos identifica a lo largo de la vida, elegido por nuestros padres de aquellos que han estado en la familia antes, una persona muy querida y admirada, una figura histórica célebre o un personaje de la audiencia actual desde el entretenimiento y el fútbol hasta la política y científico.
Sin embargo, en familias con una tradición hispano-cristiana, como los costarricenses, hace solo 450 años, la costumbre ofrecía opciones limitadas: santos, aquellos nombres que la Iglesia Católica consideró elegibles, o la Biblia, de la que era posible, tomar nombres del Antiguo y Nuevo Testamento, con la aprobación previa del párroco.
En otras ocasiones, el nombre de los padres, abuelos o bisabuelos fue la inspiración. Un padrino, tío o pariente cercano de la familia podría ser otra opción.
A partir de esta época también y siempre a finales del siglo XX, muchas familias católicas agregaron un nombre que correspondía a la invocación; es decir, una deidad o un santo que protegería o patrocinaría a los bautizados.
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Sin embargo, durante los últimos 150 años las posibilidades se han ampliado con la inclusión de nombres de otras culturas e idiomas.
La evolución de la sociedad moderna, donde la radio, el cine, la televisión y, más recientemente, Internet han unido a personas de todo el mundo, ha abierto un amplio abanico de opciones en onomástica.
Asimismo, otras religiones que disminuyeron la primacía de la santidad y se beneficiaron, para algunas de ellas, del uso de nombres bíblicos del Antiguo Testamento, que anteriormente no estaban permitidos.
Además, una persona famosa podría inspirar el nombre que se le dio al bebé recién nacido. Por ejemplo, en la época colonial, podría ser un gobernador, un sacerdote o un rey de España. Varios siglos después, será cantante, actor, futbolista o presidente de un país poderoso.
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Hoy, sin embargo, el nombre de Shakira (cantante colombiana), Angelina (actriz estadounidense Angelina Jolie) o Keylor (portero Keylor Navas) podría ser una opción para los padres jóvenes.
En el siglo XIX, eran comunes cuatro y cinco nombres, pero la persona era conocida por uno o dos nombres de pila; solo en la familia inmediata, no siempre para todos, se conocía el nombre completo. Posteriormente, en la década de 1930, creció a un máximo de tres, muy rara vez cuatro, que se redujo a dos a partir de 1964, y nuevamente alcanzó un solo nombre en el siglo XXI.
Aunque los archivos más antiguos de la Iglesia Católica Costarricense se han perdido irremediablemente debido al clima húmedo de Cartago y los vaivenes del clima –recuerden que esta ciudad fue fundada en 1561– un relato de los nombres registrados en el primer libro de bautismos de 1594-1625 se conserva.
En la lista de nombres de este período que hoy en día no son habituales entre los costarricenses, tenemos los siguientes: para las mujeres Jerónima, Úrsula, Violante, Elvira, Damiana, Sabina, Gertrudis, Josefa, Dominga, Pascuala, Magdalena, Juana, Margarita, Gracia, Petrona (o Petronila), Fabiana, Clara y Micaela. Para hombres, Melchor, Antón, Cristóbal, Salvador, Hernando, Pascual, Jerónimo, Leandro, Jacinto, Lázaro, Lucas, Ambrosio, Baltasar, Domingo, Buenaventura, Cosme, Gaspar, Isidro y Agustín.
Hay otros que siguen vigentes, como: Ana, Catalina, María, Francisca, Luisa, Leonor, Inés, Lucía, Beatriz, Andrea, Elena, Isabel, Juan, Diego, Francisco, Andrés, Pedro, Miguel, Sebastián, Santiago , Mateo, Vicente, Bernardo, Alonso, Esteban, Marcos, Rafael, Tomás, Pablo, Simón, Antonio, Matías, Luis, Felipe y José.
Asimismo, entre el siglo XVII y el XX, hubo un gran número de nombres cuya vitalidad actual es prácticamente nula; algunos de ellos son Águeda, Antonia, Bartola, Benita, Bernabela, Bernarda, Cesárea, Dorotea, Efigenia, Egipciaca, Estéfana, Felipa, Hermenegilda, Ildefonsa, Práxedes, Rita, Sinforiana, Teodosia, Tomasa, Tomasina, Alejo, Basilio, Anacleto, Amparo ,, Blas, Bonifacio, Casimiro, Cayetano, Clemente, Cornelio, Dámaso, Dionisio, Hilario, Jacobo, Justo, Narciso, Lázaro, Lorenzo, Nicomedes, Pancracio, Pánfilo, Romualdo, Silvestre, Ulises, Victorino y Zacarías.
En el siglo XXI, los nombres de hombres más frecuentes son Sebastián, Santiago, Gabriel, Alejandro, Mathías, José Pablo, Matías, Samuel, Isaac y José Daniel; mientras que para las mujeres, Valentina, Sofía, María José, María Fernanda, Jimena, Mariángel, Isabella, Valeria, María Paula y Mariana.
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