Las reformas estructurales no se pueden retrasar
Por Ignacio Munyo
Americas News, Montevideo, Uruguay, martes 16 de noviembre de 2021: América Latina ha sido la región más afectada por la pandemia COVID-19, sufriendo tanto las medidas de bloqueo más estrictas como la contracción más profunda de la actividad económica en 2020. Sin embargo, las previsiones de crecimiento de la revisión reciente indican que 2021 será mejor de lo esperado.
Este desempeño está impulsado por un contexto favorable de factores externos que inciden en las fluctuaciones del ciclo económico interno. Esto es particularmente relevante para América del Sur, una región que se beneficia enormemente de los altos precios de las materias primas y las bajas tasas de interés globales.
Por un lado, la región se caracteriza por una estructura productiva basada en los recursos naturales. Alrededor del 30 por ciento de sus exportaciones son productos relacionados con los alimentos, el 20 por ciento de metales y el 10 por ciento de combustibles y aceites minerales.
Por otro lado, América del Sur no solo ha luchado por generar ahorros, sino que la región ha luchado por canalizarlos hacia el gasto de capital. El ahorro bruto representa el 17% del PIB en América del Sur, en comparación con el 23% en los países de altos ingresos. Como resultado, la actividad económica se ha vuelto muy dependiente de la evolución de las tasas de interés internacionales, que afectan la inversión extranjera directa, las inversiones y préstamos financieros y el financiamiento de la deuda pública. De hecho, América del Sur tiene la correlación más alta entre la actividad económica y las tasas de interés globales y los precios de las materias primas entre todas las regiones emergentes del mundo.
En un informe reciente del Centro Latinoamericano de ATLAS y CERES, desarrollamos un Índice de Factores Externos que mide los vientos en contra que enfrentan actualmente las economías de América del Sur. Con base en su desempeño histórico, los niveles actuales de nuestro índice sugieren que las economías de América del Sur enfrentan condiciones externas favorables. El valor más alto del índice se registró en 2004 y el más bajo en 1999. En cuanto a las etapas del ciclo económico en América del Sur, los auges (1991-97 y 2004-14) y las recesiones (1998-2003 y 2015-19) están en de acuerdo con las etapas descritas en contextos externos favorables y desfavorables, respectivamente.
Sin embargo, América del Sur enfrenta barreras históricas para el desarrollo, que son fundamentales para el proceso de automatización actual. Para respaldar el crecimiento a largo plazo, la región necesita reformas estructurales para mejorar el capital humano, incluidas mejoras en el desempeño educativo.
No solo América del Sur ya estaba sufriendo un retraso académico, sino que la situación también se agravó con el COVID-19, con los cierres de escuelas más estrictos, tanto en términos de medidas como de plazos. Según la prueba PISA 2018 de la OCDE, la región tiene la mayor proporción de alumnos con niveles insuficientes (43%) en las tres áreas evaluadas (lectura, matemáticas y ciencias). Mientras tanto, el índice de severidad del encierro de la Universidad de Oxford muestra que los países de la región han respondido a la pandemia con las medidas de cierre de escuelas más estrictas.
Considerando los 365 días desde el inicio de la pandemia en cada país, las escuelas en Sudamérica estuvieron cerradas por un promedio de 268 días, o el 73% del tiempo considerado. En cuanto a otras regiones del mundo, sus escuelas estuvieron cerradas entre el 30 y el 52% de este primer año dedicado a la pandemia de COVID-19.
En una región caracterizada por el malestar social, la agenda de reforma educativa pospuesta debe manejarse con cuidado para mantener la paz social. En 2019, se llevaron a cabo varias protestas callejeras violentas: Guatemala en enero; Brasil y El Salvador en mayo; Costa Rica, Honduras y República Dominicana en junio; Paraguay en julio; México en agosto; Argentina y Perú en septiembre; Chile y Ecuador en octubre; Colombia y Panamá en noviembre y todo el año en Nicaragua. El creciente malestar social expresado durante la ola de protestas de 2019, obligado a dormir durante el encierro, reapareció a fines de 2020, impulsado por los efectos económicos y de salud del COVID-19.
Por tanto, las reformas educativas necesarias son muy difíciles de implementar. No solo van de la mano de una discusión ideológica más profunda, sino que también afectan los intereses privados del statu quo.
La volatilidad del calendario electoral solo dificulta la reforma. Los datos muestran que existe una fuerte correlación negativa entre el número de muertes causadas por COVID-19, la rigurosidad de las medidas de movilidad y la votación por el partido gobernante. En promedio, en las elecciones que determinaron el cambio para la oposición, el promedio diario de muertes (hasta la elección) fue más de tres veces mayor que en los gobiernos donde el partido gobernante permaneció en el poder. Medidas rigurosas de movilidad Además, los países cuyos gobiernos han implementado fuertes restricciones de movilidad han visto a las poblaciones penalizar al gobierno con el voto.
Para el futuro, los factores externos están del lado de América del Sur. El crecimiento a corto plazo está ahora influenciado positivamente por las tasas de interés mundiales históricamente bajas y los precios internacionales de los alimentos y los metales.
Sin embargo, los tomadores de decisiones locales no pueden ser complacientes. En la región de ALC, se necesitan reformas estructurales. Debe fortalecerse la calidad del capital humano. La educación debe mejorar.
Los formuladores de políticas de ALC deben pensar a largo plazo y actuar en consecuencia. Los factores económicos a corto plazo son fugaces, pero la reforma educativa dura décadas.
NOTA DEL EDITOR: Ignacio Munyo es Director Ejecutivo de CERES (Uruguay) y Catedrático de Economía en IEEM Business School, Universidad de Montevideo, Uruguay.
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