Las universidades católicas deben ser misioneras en espíritu, dice el Papa
Las universidades católicas deben mirar hacia afuera y preparar a sus estudiantes para enfrentar los problemas del mundo en lugar de enseñar ideas rígidas, dijo el Papa Francisco.
“Necesitamos mentes, corazones y manos arriba para el desafío de la realidad, no para la estrechez de las ideologías”, dijo a una delegación de la Organización de Universidades Católicas de América Latina y el Caribe el 4 de mayo en el Vaticano.
“Una universidad católica debe ser misionera con las puertas hacia afuera, ya que la misión es inspiración, impulso, fuerza y recompensa de toda la Iglesia”, dijo.
El Papa animó a los delegados a ayudar a sus alumnos a convertirse en “poetas sociales” que, al aprender “la gramática y el vocabulario de la humanidad, tengan la chispa que les permita imaginar lo inesperado”.
Tal espíritu, dijo, es común entre los buscadores que, como los misioneros, “no están contentos con lo que tienen, sino que van en busca”.
“El buscador tiene una cabeza y un corazón misionero”, dijo. «Es precisamente esta tensión entre saber y no saber lo que les empuja y les protege de la presunción de saberlo todo. Saben y se dejan sorprender por lo que sabrán».
El buscador y el misionero también son similares en su “amor compartido por la reciprocidad”, dijo el Papa. “Enseñan y aprenden, convencidos de que todos tienen algo que enseñarles”.
La organización universitaria está compuesta por 115 universidades de América Latina y el Caribe y representa a alrededor de 1,5 millones de estudiantes.
Francisco dijo a la delegación que el papel de una universidad católica es «contribuir a la formación de mentes católicas, capaces no sólo de observar el objeto de su interés», sino también de tener una «visión panorámica del misterio de Cristo y de la mundo, el misterio del hombre y la mujer».
“Una vista que es demasiado precisa y enfocada puede volverse fija y exclusiva”, dijo. “Tiene la precisión de un radar, pero pierde el panorama”.
Un catolicismo que integre mente, corazón y manos, dijo el Papa, puede sanar las heridas que aquejan a una América Latina donde “los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres”. Aún así, les exhortó a no tener miedo al desorden en el continente, porque “es precisamente desde allí que Dios hace sus obras más bellas y creativas”.
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