Los perezosos bebés son tan lindos como parece | La ciencia
Un perezoso que entra en acción ni siquiera parece posible, dado el notorio letargo de la criatura, pero una de las dos especies de perezosos de Costa Rica es tan rápida como feroz. «¡Como un leon!» dice Encar García, un conservacionista. Esta especie atípica, que recibe el nombre de perezoso de dos dedos de Hoffmann, no duda en desplegar sus dientes o sus dos grandes patas delanteras cuando se siente amenazada. La otra especie, que tiene tres dedos índices y se llama perezoso de garganta marrón, es, nos asegura, más típica: “la que sonríe”.
A pesar de sus marcadas diferencias, el perezoso de dos dedos y el perezoso de garganta marrón de Hoffmann enfrentan los mismos problemas cuando las personas invaden su hábitat forestal. Se suben a las líneas eléctricas en busca de pareja y, a menudo, se electrocutan. Si bajan de los árboles, pueden ser atacados por perros. El rápido desarrollo de las áreas forestales ha resultado en más muertos y heridos, dice García. «Salvamos un perezoso casi todos los días».
La organización que ella cofundó, la Centro de Rescate Jaguar, en Playa Chiquita, alberga perezosos huérfanos y heridos y otros mamíferos como monos y zarigüeyas, así como aves y reptiles. (Pas des jaguars, cependant ; le nom est une reconnaissance d’un effort précoce pour réhabiliter un ocelot mal identifié.) Le centre fournit à ses patients de la nourriture, un abri et des soins médicaux, dans le but de ramener les animaux dans la naturaleza.
Amamantar a un bebé perezoso indefenso, que pesa solo 10 u 11 onzas, o el tamaño de una toronja, requiere atención casi constante durante varios meses. Los bebés son alimentados con leche de cabra cada tres horas durante el día y la noche hasta que estén listos para una dieta basada en hojas, generalmente alrededor de los 11 meses. Sin embargo, todas las mantas y biberones del mundo no compensan el hecho de no tener un verdadero padre. Un bebé perezoso en la naturaleza se aferrará al pelaje de su madre durante unos seis meses mientras aprende a encontrar hojas que sean nutritivas y bajas en toxinas. «No somos mamás perezosas perfectas», dice García. «Quiero decir, no podemos comer hojas, no podemos enseñarles a trepar a los árboles».
El centro de rescate libera entre un tercio y la mitad de los perezosos que cuida. Una vez que un animal se ha recuperado de una lesión o ha crecido lo suficiente como para sobrevivir por sí solo, se le coloca un microchip, uñas pintadas y una trenza de colores para identificarlo. Según los últimos registros del centro, el 90% de los perezosos liberados en la naturaleza en los últimos dos años todavía están vivos y prosperan en su hábitat natural, incluso si se está reduciendo.