Nicolás Maduro utilizó al vicepresidente de Venezuela y sus contactos en el kirchnerismo duro para presionar a Alberto Fernández
Nicolás Maduro tuvo acceso a información clasificada del gobierno argentino que describe la posición de Alberto Fernández sobre el informe de la ONU que condena las violaciones sistemáticas de derechos humanos en Venezuela. Con este secreto de estado en tu poder, el líder populista decidió bloquear la posición institucional del presidente y así desplegó una acción de cabildeo internacional y local que fue más allá de la práctica diplomática y violaba el concepto de sin interferencia en los asuntos internos de los países.
La vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, y su hermano Jorge Rodríguez, exvicepresidente, fueron los ejecutores del lobby ordenado por Maduro. Los hermanos Rodríguez, protagonistas clave del régimen populista, se han adelantado a Felipe Solá para exigir que Alberto Fernández Renuncie a su posición personal e institucional sobre las denuncias presentadas por Naciones Unidas.
El informe de la ONU, escrito bajo la responsabilidad de Michelle Bachelet, ratificó que en Venezuela, grupos de trabajo se dedican al asesinato, violación, secuestro y tortura de opositores al régimen populista que todavía se mantiene con las contribuciones financieras y económicas de China, Irán, Cuba y Rusia.
Delcy Rodríguez y Jorge Rodríguez, unos días antes de la votación en Ginebra, usó sus cuentas de WhatsApp para enviar mensajes políticos a Solá que superó, con mucho, las maniobras florentinas incluidas en el concepto de diplomacia tradicional.
Miembros influyentes del régimen populista llamaron traidor al canciller, citaron a Evita y Che Guevara como referentes de la revolución chavista, y esperaban una condena política en la región si Argentina votaba a favor del informe de la ONU. Solá lleva años en el mundo del poder y la política, y ante las amenazas del vicepresidente de Maduro, apostó por la cortesía y los buenos modales.
Solá explicó a los hermanos Rodríguez que Argentina no dejará ir al gobierno de Maduro, que estaba en contra del bloqueo económico ordenado por Donald Trump, que apoyó la realización de elecciones libres y transparentes sin la exclusión de Maduro, y que no se puede admitir, de ninguna forma, que el régimen populista haya cometido crímenes de lesa humanidad.
Ante los argumentos del Ministro de Relaciones Exteriores, Vicepresidente Rodríguez y Viceministro Rodríguez insistieron en una cosmovisión que fue la ideología dominante durante la era de la Guerra Fría. En otras palabras, la tortura y el asesinato político se pueden justificar si fueron cometidos en nombre de la Revolución y la creación del Hombre Nuevo, como propusieron en su momento José Stalin, Fidel Castro y Pol. Maceta.
Alberto Fernández era consciente de la presión de Maduro y le confirmó a Olivos que no cedería ni un centímetro. Luego de jugar al zoom con el Primer Ministro de Holanda, Mark Rutte, el Presidente con Solá y el Secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, terminó de afinar la posición argentina que un día después sería presentada a Naciones Unidas.
“Instamos al gobierno de la República Bolivariana de Venezuela a cooperar plenamente con el Consejo y todos sus mecanismos, y a implementar plenamente las recomendaciones formuladas por la Alta Comisionada en sus informes. Así como con su llamado a llevar a cabo investigaciones prontas, integrales, independientes, imparciales y transparentes sobre las denuncias de violaciones de derechos humanos, llevar a los responsables ante la justicia y garantizar una adecuada reparación a las víctimas ”, dice el texto diplomático que el jefe de Estado le escribió a Olivos.
El fracaso del lobby de Caracas determinó que Maduro usara sus contactos en Buenos Aires para apretar la mano de Alberto Fernández. Alicia Castro, que solo recibe órdenes de Cristina Fernández de Kirchner, ha tomado protagonismo en los medios de comunicación para revelar que ha renunciado como embajadora de Argentina en Rusia.
Castro había sido previamente desplazada por Solá -tras cuestionar la política exterior del gobierno- y su declaración al Senado fue una ficción que la Cancillería y el Presidente respetaron. Sin embargo, La ex embajadora en Venezuela anunció que rechazaba el nombramiento de Alberto Fernández por su apoyo al informe de la ONU.
Las declaraciones de Castro, aunque referidas a un cargo que ya no ocupaba, causaron un gran malestar entre Olivos, Balcarce 50 y la Cancillería. Solá no quiso responder a las acusaciones de Castro -sabía que era otro eslabón del plan elaborado por Maduro en Caracas-, y esperó con impaciencia a que jugara Alberto Fernández.
El presidente hizo el gesto político de llamar a Castro y le pidió que «revisara» su decisión personal inducida por Maduro.. La exlíder sindical cuestionó a Alberto Fernández, reiteró que ya no sería embajadora en Rusia y finalmente la afrenta Contó la conversación a una agencia de noticias. En otras palabras, rechazó una propuesta presidencial y luego reveló su intransigencia política.
Las declaraciones públicas de Castro desataron una ofensiva que completó Hebe de Bonafini. La titular de las Madres de Plaza de Mayo repitió las palabras que los hermanos Rodríguez habían dirigido a la ministra Solá días atrás. Bonafini aseguró que la Cancillería traicionó el legado de Néstor Kirchner y en ningún momento en sus declaraciones al periodista Daniel Tognetti le dio credibilidad al informe de la ONU.
El líder populista había hecho su trabajo: deterioraría la imagen presidencial cuando Argentina asumió una posición diplomática apoyada por la comunidad internacional.
Ayer por la noche, el mandatario pidió a la Cancillería que organizara una llamada telefónica con Maduro. Su intención era explicar el voto argentino y sugiera que Venezuela acepte las investigaciones ordenadas por la ONU. En respuesta a esta actitud institucional, Maduro implosionó el diálogo con Alberto Fernández y utilizó sus conexiones políticas en Buenos Aires para avanzar contra la política exterior del gobierno.
Es poco probable que el presidente llame hoy a Caracas. Esto supone que Maduro no ha jugado solo en Buenos Aires, independientemente de lo que hayan dicho Castro y De Bonafin, y prefiere controlar el daño y actuar en consecuencia.
Cristina Kirchner permaneció en presione silencio. Se sienta en el Senado y su programa político hoy está completo.
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