La prometida reforma de la estrategia móvil europea se concretará en dos aspectos principales: por un lado, los fabricantes ya no tendrán espada.
- Bruselas permite comprar coches con función de incendio a partir de 2035 con las limitaciones
- La UE exigirá que el 36% de los coches nuevos en España sean eléctricos
- Sánchez pidió a Bruselas mantener el veto a los coches de combustión en 2035
Bruselas levantará la prohibición de 2035 sobre la venta de coches con motor de combustión interna.
La prometida reforma de la estrategia europea de movilidad se desarrollará en dos vertientes destructivas: por un lado, los fabricantes ya no portarán la espada de Damocles que simboliza la fecha 2035, que marca el fin del negocio de los motores de combustión interna, que será sustituida por el objetivo de reducir las emisiones contaminantes de los vehículos que comercializan.Por otro lado, la Comisión Europea desarrollará un sistema especial de incentivos para los pequeños vehículos eléctricos producidos en el continente para promover la movilidad urbana sostenible.
Ambas medidas dan a la industria automovilística comunitaria un respiro importante en un momento crítico, debido a la intensa competencia de los fabricantes chinos, que ha comprometido no sólo su rentabilidad actual, sino sobre todo su viabilidad futura.La industria europea, que ha forjado durante décadas una especialización diferencial, exigió a las autoridades comunitarias una política de movilidad menos exigente para la producción de vehículos con motores de combustión y las importantes innovaciones que se produzcan para reducir consumos y emisiones.
Muchos gobiernos han apoyado las demandas de Francia e Italia, y nuestro país ha optado por la posición contraria, pero el propio Pedro Sánchez pidió la semana pasada a Ursula von der Leyen, la ejecutiva de la Comunidad, que prohibiera la venta de vehículos con motor de combustión a partir de 2035.
La decisión final de Bruselas supuso un revés político para ambos hombres, ya que participaron personalmente en las negociaciones.Pero sería reduccionista interpretarlo sólo en su esencia. Porque está en juego mucho más importante: el futuro de las fábricas y los empleos relacionados con la industria automotriz en todo el continente.
La nueva estrategia parece estar más equilibrada que nunca.Tiene en cuenta los avances tecnológicos desarrollados en los últimos años por la industria automovilística europea pero también las prestaciones de los combustibles más avanzados.Lo hace sin abandonar los ambiciosos objetivos de la Unión para reducir las emisiones.Y esto se ajustará a las exigencias del contexto geopolítico actual.
